Despedirse bien

Algunas veces en nuestra vida tenemos elementos que nos hacen daño y seguimos manteniéndolos con nosotros, incluso sabiendo que no nos convienen.
Sin embargo estos elementos también nos aportan cosas buenas y es por esto por lo que nos cuesta tanto decir adiós. Porque gracias y adiós no es sencillo de decir. Si nos dan satisfacción a pesar del dolor, ¿por qué despedirnos? Porque frenan nuestro desarrollo personal y nos quitan una parte de quienes somos cada uno.
Hay despedidas que son muy duras y la dureza de las mismas muy pocas veces está relacionada con que nos convenga más o menos. Sin embargo, a decir adiós se puede aprender y para conseguirlo es necesario saber tolerar las emociones negativas y aceptar los sentimientos de tristeza.
Muchas veces el problema está en que nos da miedo lo que viene después del adiós. El periodo de adaptación puede hacerse más largo y complicado de lo que pensábamos. La duda o el camino a la recaída están presentes y para lo que hay que prepararse.
¿Qué se puede hacer para evitarlo? No dejar las despedidas a medias. Debemos expresar nuestros pensamientos y emociones de manera asertiva para poder continuar con nuestra vida y cerrar para siempre ese capítulo que nos estaba impidiendo avanzar.

Autora: Mer Manzano.

Otros artículos del Blog

Deja un comentario

× Resuelvo tus dudas.