La vida y sus caminos

¿Alguna vez has pensado que llegabas tarde para hacer algo en tu vida, o que por no haberlo hecho has fracasado en esa área (o en todo)?

Esta una sensación muy común que muchas personas exponen en sus propias sesiones terapéuticas, en sus relaciones íntimas o que manejan ese conflicto desde el interior. Esta sensación puede tener muchos factores y causas: no encontrar trabajo “cuando toca”, no haber estudiado “en su momento”, no encontrar pareja y “que se te pase el arroz”, esa sensación de “ya es tarde para” hacer cualquier cosa… Hay tantos motivos como personas, pero es cierto que esta sensación acaba siendo similar: una sensación de fracaso, de miedo, de tristeza, de ansiedad…

Es cierto que las normas sociales, los estereotipos marcados por las familias u otros aspectos idealizan y marcan un camino concreto: unas edades para realizar ciertas actividades, estudios, trabajos, formaciones, cuándo tener pareja, cuándo comprar una casa, cuándo… Pero ¿a cuántas personas conocemos verdaderamente y que, a ciencia cierta, tienen la vida perfecta que querían, sin haber sentido esto en algún momento de su vida?

Y es que, por suerte, la realidad es muy diferente a lo que idealizamos: la mayoría de personas no siguen esa norma estipulada. La mayoría tiene su propio camino, con sus propias condiciones, decisiones y muchos caminos que no han tomado, ya sea porque no lo han querido elegir, porque no han podido, porque ese camino estaba cerrado por obras y han tenido que escoger otro, porque no tenían las herramientas para construir ese nuevo camino… Solo hace falta mirar a nuestro alrededor.

A nivel personal y profesional, he podido ver a muchas personas en mi vida con esta situación, con esta espinita clavada de algo que les gustaría hacer y no han podido, porque “ya es tarde” o tienen una sensación de miedo: miedo de haberse equivocado, de haber fallado, de no haberse esforzado, miedo de intentarlo y que no salga, miedo de que ya sea tarde.

Y desde aquí yo planteo otras formas de ver la situación:

  1. ¿Qué sí ha habido en el camino que has elegido y te ha gustado?

Muchas veces nos centramos en lo que no tenemos y no en lo que sí hemos encontrado en nuestro camino. Si hubiésemos tomado otra vía, es posible que hubiésemos perdido muchas cosas, muchas personas, muchos aprendizajes.

  • ¿De verdad es tarde para tomar una decisión?

El pasado es pasado y no podemos cambiarlo, está hecho y es algo que nos va a acompañar, es nuestra historia, pero el futuro lo escribimos con cada paso que damos hacia él.

Podemos mirar hacia atrás y ver todos los diferentes caminos que no hemos tomado, porque sí, hay millones de decisiones, puntos de inflexión y situaciones que nos han hecho elegir una ruta u otra. Absolutamente todas las personas hemos descartado otros caminos para elegir el que hemos tomado. Ahora bien, ¿es verdaderamente tarde para elegir hacer, de nuevo, un cambio de ruta? ¿Es verdaderamente tarde para tomar ciertas decisiones, realizar ciertos cambios o encontrar nuevas vías?

Es cierto que hay caminos que, inevitablemente, puede que sí hayan quedado atrás y tenemos que lidiar con ello y aprender a manejar el malestar que nos provoca.

Pero también es cierto que, muchos caminos pueden reabrirse en nuestra vida y dudar de si elegirlos, aunque hayan pasado años donde hayamos elegido no tomarlos. Es en esta situación donde tenemos que ver qué está pasando, qué es lo que quiero, y cómo o dónde puedo conseguirlo. Es normal la sensación de vértigo al tomar decisiones, es normal la sensación de miedo, de dudas y de incertidumbre que produce todo cambio, es algo que forma parte del proceso y, aunque pueden ser desagradables esas sensaciones y emociones, aunque sea temblando y con miedo, vamos a intentarlo.

Muchas veces nos quedamos bloqueados delante de los distintos caminos y, al final, no elegir ninguno también es elegir uno, ¿Es el que quieres elegir?

  • ¿Hay una meta?

¿A dónde llegas tarde? ¿Es una carrera y yo no me he enterado? ¿Cuál sería para ti la meta? ¿A dónde quieres llegar? Estas preguntas se me asemejan mucho a “quiero ser feliz”, como si fuese una meta a la que llegar pero, ¿Es una meta o es un camino que recorrer, donde ir encontrando esas emociones agradables, situaciones chulas y de confort en el día a día, entendiendo que para que existan también tiene que existir la parte desagradable y más difícil de manejar (pero no imposible)? ¿De qué sirve llegar a una meta si no he podido disfrutar del trayecto? ¿De esa forma he llegado verdaderamente a esa meta?

¿Cuál es tu camino creado y cuál te gustaría crear?

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