A todos se nos presentan situaciones difíciles. Es normal sentir que nos superan, o que no podemos con ellas. Ser valiente no es no tener miedo para enfrentarlas, ser valiente es intentarlo aún teniéndolo y juntos es más fácil. La vida en ocasiones nos lleva por caminos que nosotros no hubiéramos elegido, pero de cualquier situación podemos sacar por lo menos un aprendizaje si nos hacemos las preguntas adecuadas.
A veces pensamos “A mi me vendría bien ir al psicólogo, pero todavía aguanto yo solo”, como si tuviéramos que esperar a explotar antes de pedir ayuda. La terapia es un espacio para reconstruirnos después de una gran caída, pero también es un lugar de autoconocimiento y exploración donde conocer nuestros recursos, entender mejor cómo funcionamos y adquirir herramientas nuevas que nos ayuden a crecer y perseguir nuestro bienestar.
En alguna ocasión he oído “Yo me ahorro el psicólogo tomándome un café con un amigo”. Compartir nuestras cosas con amigos si así lo deseamos está muy bien. Contar con el apoyo de nuestros seres queridos resulta de gran ayuda en determinadas situaciones. Pero hay muchas cuestiones que sólo un profesional de la salud mental sabe cómo abordar y cómo guiarnos para mejorarlas.
El ratito de las sesiones es solo para ti, para aclarar ideas y encontrar qué necesitas para sentirte mejor contigo mismo, con las decisiones que tomas y con tu vida. Yo estaré ahí para ayudarte a aliviar tu carga con empatía y sin juzgarte. Y, sobre todo, voy a hacerlo con cariño y respeto.